Es posible la dignidad allí
Handle me like family and that'll be enough
to keep me from dying when I want to die
Fiona Apple
I
Horizonte de bruma y rascacielos.
Oteo, cada noche, la luz que baila tras las espigas.
El rumor de la música en un bar asciende un par de portales hacia mi ventana, pero creo que resuena desde dentro.
II
Nos reunimos con mamá al acabar cada verano alrededor de la mesa. Había que armar las mochilas para el curso que empezaba.
Probamos los rotuladores. Pusimos un poco de alcohol en aquellos que empezaban a secarse para hacerlos funcionar de nuevo. Cogimos uno de cada color e hicimos así nuestros estuches. Afilamos los lápices de colores. Salimos a jugar.
Mamá dibujaba portadas hermosas para cada cuaderno. El semblante amable del colegio devolvía los frutos de su esfuerzo.
Papá llegaba a casa con latas de atún con mojo picón, medialunas, tortitas, su cansancio y su ternura.
"Estudien. Salgan adelante"
"Recen para que salga trabajo"
Encontramos una bicicleta y la arreglamos.
Jugamos en el esqueleto de una obra abandonada.
Pelotas de papel y cinta adhesiva rodando por el suelo tierno de nuestra infancia.
Es posible la dignidad allá donde es posible imaginarla.
III
Terminaba la adolescencia.
En El Puntito hacían limpieza de libros viejos. Alguien me llamó para ver si quería recuperar alguno. Pasé por allí esa tarde. Llegué caminando desde casa, volví después caminando también.
Recogí algunos. Los guardé en la habitación.
Desfilan frente a mí los años.
Leí, escuché muchos discos. Estudié, saqué fotos.
Nos tocó mudarnos varias veces.
Cuando hube de decidir, nunca lo hice con seguridad. Pero creo que nunca dejé de hacerlo.
Fui capaz de escribir con cierto pulso cuando obligué al corazón a confrontar con el reflejo disciplinado del razonamiento.
III
El lugar en que nuestros dolores, esfuerzos, ilusiones; el lugar en que la felicidad y el vacío se mancomunan.
No hay un canon que permita dar cuenta de lo bizarro de los días. Aún así, el anhelo de encontrarlo.
Sufrieron mis rodillas, de niño,
las heridas propias del juego y el crecimiento.
Crecí tan rápido, a veces, que aún habiendo dejado de hacerlo hace ya años,
percibo en la desviación de mi columna el desconcierto que azota a todo aquello
forzado a hacerse grande con más velocidad de que la que el cuerpo puede, en principio, asumir.
Sanaron mis rodillas en el proceso imperfecto de expandirse,
sufrieron las heridas nuevas heridas
antes de poder cicatrizar.
IV
Es quizá parecido el proceso por el cual las neuronas reaccionan al acontecer la ruptura, encontrándose a sí mismas desprovistas de instrucciones.
Es ese quizá el proceso por el cual surgen de forma forzosa, incompleta, los caminos que llevan a las piernas a moverse,
aún cuando el desconcierto de lo que se ha roto
insista en pausar el andar
aún habiendo entendido que prevalece
la vida al cansancio
la vida al dolor
aún palpitando tan fuerte la exigencia de sentido
que pierde,
poco a poco,
su vigencia.
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